EXTREMODURO
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Nadie come del aire





Disco libro (OJO: El libro viene sin cd por falta de stock).
Kike Babas, Kike Turrón, Alberto Rahim y Belén de Santiago. Editado por Subterfuge en 1998.

Relatos cortos y música de King Putreak. Prólogos de Fermín Muguruza, El Gran Wyoming y Carlos Subterfuge; dibujos de Ladrón, Miguel Ángel Martín, P. Alcázar, Lusmore, etc.
Las páginas del libro, además de los relatos, cuentan con jugosas ilustraciones: Mauro Entrialgo, Ramone, Ladrón, Azagra, Borja Crespo ó Alberto Calvo entre otros. También cuenta con fotógrafos de la altura de Alberto García-Alix y con los inestimables prólogos de Fermín Muguruza y el Gran Wyoming.

Sólo se puede conseguir este libro en los directos de King Putreak y The Vientre.


En la primera parte del libro nos podemos encontrar lo que era los comienzos de Extremoduro antes de ser lo que es ahora:


Camisa de flores en la Puerta del Sol

Corría el año 89, yo compraba por entonces el “Boogie”, una revista musicalquincenal de formato periódico y a color (que no tardó mucho en irse al garete tras intentarhacerse mensual). No estaba mal. Tenía un apartado de maquetas que era una de mis secciones favoritas, era la manera de hacerme con novedades. Según fuese el comentariocalculaba si el grupo me iba a gustar o no; después llamaba a los elegidos les decía que erade una radio libre de Madrid y que me interesaría que me mandasen una maquetilla parapincharla y tal y tal. Era mentira. No tenía hora en ninguna emisora de ningún tipo. Pero sime molaba el grupo lo movía entre los colegas. Era lo mínimo.

Así contaba con los primeros balbuceos de bandas como Curro y los Bandoleros,
Vancouvers, Rio, Autoblus, Los Malvados o Doble Cero. Por entonces la telefónica nomandaba las facturas desglosadas en llamadas, así que los viejos no notaban nada en lacuenta. En Mayo de ese año recibí una cinta de Cáceres con un grupo de nombre feo (eso me pareció): Extremoduro. Sin embargo el contenido era un verdadero tesoro, rock duro casi urbano que ya había oído en grupos como Leño o Barri, pero con unas letras buenísimas, muy a corazón, exposiciones abiertas de la sabiduría que da el fracaso, rimas burdas, toscas, enlazadas con ingenio de perro callejero. Palabras que no se cortaban ni media pero que producían un punto de ternura y complicidad. Francamente guapo.

Hablé un par de veces con el líder de la banda, un tal Roberto: me pareció un tío simpático, tenía una voz achicharrada, de arrastre macarrilla, de tú a tú, como de toda la vida. Me enteré que tenía un par de chiris, me dio el teléfono de la casa de su vieja porque según me dijo él, era un culo de mal asiento y andaba siempre de acá p’allá. “Debe ser un menda talludito”, pensé.

Pasé la maqueta entre los colegas. Gustó poco a poco. Kike Turrón se grabó al principio tres de las seis canciones, al final él y Erick se las cantaban todas de pé a pá. Al Capipo nunca le gustaron: “mis padres me han inculcado unos determinados valores religiosos...”, se disculpó. ¡Menudo cerdipotis!

De todos los músicos que conozco, Roberto Iniesta es el que más lejos ha llegado. Y cuando hablo de llegar lejos hablo de dinero. Es innegable que su nivel compositivo y lírico alcanza cotas muy altas pero, ¡joder!, Josetxo Ezponda ha dado pasos de gigante y tiene que hacer todos los días tres kilómetros a pata para gorronear comida en casa de su viejo, por no hablar de las penurias del Ramone, el curro diario-panadero de Francis Deseo o elostracismo e incomprensión al que son sometidos Wers, Ironic Cancer Phobia y tantosotros. Se trata de hacer lo tuyo y tirar p’alante. Josele, Pla, Corcovado, Los Muguruza, Strawberry, todos lo consiguen, lo van haciendo, se lo curran, pero a ninguno de ellos les comen tanto las pelotillas del culo como al Robe. Cada lametón en el ojete engorda en ceros las cuentas del autor. Pues dabuti...

Quiero por ello en estas líneas rememorar el primer encuentro con él. Porque encierta forma fue un poco el principio de todo. Para ambos. A nivel simbólico se entiende, pues las vías y las ideas ya estaban ahí. Pero aquella feliz casualidad a nosotros nos dio un nombre y un ejemplo claro de que el-que-la-sigue-la-consigue, aunque tengas la lengua toa llena de pelos, o pongas la sangre al servicio de la toxicidad.

Desde luego, podría recordar varios encontronazos más, quizás con mayor emotividad, batallitas más jugosas si lo prefieres. Sin duda. Como aquella vez en los camerinos del Jácara, en su primera actuación en Madrid: tres canciones para el concurso Yamaha -“si gano, subís conmigo”-; pero quedaron terceros, todos canturreando antes de los resultados, alrededor de una mesita, los del grupo heavy que terminaron ganando con sus guitarras, nosotros golpeando los tercios vacíos y Robe preguntando “pero, ¿qué canto yo? ¿una yam sesió? ¿y eso que é? Yo no sé...”, y murmuraba guarradas bastorras como te voy a follá, follá, follá”, y lindezas por el estilo.

Más impresionante me resultó el concierto que dieron en Móstoles o Getafe o algún sitio así cuando estaban pillando pelas para grabar el segundo disco. Aún eran unos desconocidos que tenían que trabajar duro, Carlos el Sucio acababa de llegar a la banda, todos se ponían marranos, se hicieron entero el primer disco, hicieron el clásico descanso para endiñarse, hicieron un bis y, como no tenían más temas preparados, volvieron a repetir todas las canciones, que sonaron totalmente distintas. Por entonces eran tremendamente emocionales, no sonaban ni la mitad de compacto que ahora, pero les salía el feelin’ por las orejas, el duende se ponía con ellos; recuerdo que dejamos al poeta sentado en un bordillo de la calle, con un viento frío y fuerte, de tripi, solo, con las manos en la cabeza, sin tener donde ir ni con quien. De no haber vivido con los viejos, nos lo hubiésemos llevado al barrio... O aquellos cuatro días en Rubí, cuando preparaban el “Del toya”, cuando le tiré al Mon y a la Nuri la mampara de la ducha en un acto baboso muy en mi onda; fueron unos guapos días de colegón. Recuerdo tristemente.la primera vez que nos lo mataron de sobredosis ¡vaya palo! aunque reconozco que partir del tercer bulo le cogimos callo al sentimiento. También podría rememorar algunas amantes comunes, más de las que parece, pero eso es más bien cosa de conversación privada.

Échate arena en el culo. Pa’ que no resbale cuando te la meta. Luego los recuerdos se me hacen más cotidianos, más profesionales, menos entrañables: la multitud de borracheras y sus pedos chillones y patosos, de mal gusto, la fiesta a puerta cerrada que malamente les coordiné en el Puebliko, con Reincidentes y Burning, las veces que Sonia, la “Abut”, les hizo coros en directo, la vez que abrí uno de sus conciertos en el Canci con el poema “Vete a cagar” y no les gustó nada, las decenas de bolos brillantes y bolos desastre, siempre poniéndonos hasta el culo en el pakesteish, o cuando se equivocó de semana para colaborar en nuestro quinto aniversario, o las múltiples entrevistas en la radio, en la calle, en las cargantes ruedas de prensa, incluyendo aquella fallida para la televisión, o la última vez que cenamos juntos en la Zubia, con los cochazos en la puerta y el perro en el colegio... Todo queda más, no sé, un contacto de culos inquietos, meter el dedo y olerse mutuamente, pero sin penetración.

La primera vez que nos vimos fue guapa, ya se encarga él de recordármelo cada vez que vamos pedo: ”pero si erai’ uno’ niñato’ cuando sus conocí...os vacilé bien con lo de la Julieta, ¿eh?” y se parte la polla. Fue hace nueve años, el tal Roberto me llamó diciendo que venía a hacer promo a Madrid, que si lo entrevistábamos y tal. Claro, claro. Debía ser la primera vez que hacíamos una entrevista concertada, como los de verdad, y aún no pertenecíamos a ningún medio. “Oye, ¿y dónde quedamos y cómo te reconoceré?” ”Podríamos quedar en la Puerta del Sol, porque yo de Madrid no conozco nada. En el kilómetro cero. Llevaré una camisa de flores”. Fuimos el Turrones, el Erick y yo con papel y boli, con cuatro o cinco típicas preguntillas. Nos íbamos partiendo la caja “¿joder, un cantante borroka con camisa de flores ja, ja, ja...” Llegamos a Sol, con un peta y un litro, ”sabía que iban a ser ustedes desde lejos”; flaco, curtido, con los dientes comidos, la piel pegada a los pómulos, el pelo desgreñado, un tío nos saludó. Desde luego, llevaba una camisa de flores, pero una de esas que venden en los rastrillos de barrio, grises, con floripondias grandotas y desgastadas, recuerdo que me pareció más eso, un vendedor de frutas o bragas de rastrillo pequeño que el genial escupidor de certeras e irreverentes historias, de versos borrachos. Nos fuimos a un bareto cercano a hacer la entrevista. No llevábamos un duro pero nos invitó. Nos sentamos en una esquinita, empezamos a charlar,”probad el costo de mi tierra”, un hachís seco y duro, como su vida, como su palabra.

Asistimos al espectáculo del Robe más camelador, respondió con pelos y señales a cada cosa, demostrando en cada respuesta que iba a saco y a por todas. Nos enamoró con historias de su pasado, un estar de vuelta que le llevaba de vendedor de chucherías a yonki, de trapichero de choco a chulo putas. Ciertas o no, resultaban magníficas y las contaba con mucha gracia. Maneras castuas, digo yo. Nos recitó varios poemas nuevos, nos canturreó la letra de esa canción que tanto gustaba a los de su pueblo pero que no le había cabido en la maqueta: ”me levanté/ hasta los huevos de vivir /te vi pasar/ y ahora ya he vuelto a sonreír”. Nos la aprendimos. Nos ganó como persona, se hizo querer. Una atractiva individualidad que ha sabido traspasar a sus temas, de ahí su éxito.

Acabó nuestra entrevista. Tenía otra. Quedamos en media hora para fumar otro peta.
Nos habíamos caído bien.
Tras el porro nos despedimos.
Nos vamos, tío, que nuestro barrio está muy lejos”.
¿Donde vivís?”, preguntó.
“En Hortaleza, el barrio, el antiguo pueblo”.

Los ojos le brillaron maliciosamente un instante -es algo que le pasa cuando se le ocurre una gracia o una buena idea-, y dijo, como quien lanza un órdago -“¡VOSOTROS LE PILLÁIS A LA JULIETA!”.
Nos quedamos de una pieza ¿cómo coño podía saber el nombre de nuestra camella?
“Jode’ si e’ que soy el primo del Coca”.
Acabamos.

La banda que lideraba era cojonuda, él mismo resultó ser un prenda perita y ¡encima tenía familia en Hortaleza! El mundo es un jodido pañuelo. También conocía al Fredi, a la Mar, al Trespi, al Colorao y a todos esos macarrillas que nosotros aun no tratábamos, pero que conocíamos de vista del parque, de cuando bajábamos a pillar a la Julieta. Ni que decir tiene que nos reímos un rato y nos fuimos todos juntos a casa.

Un mes después se inauguraba Radio Enlace, que tomaba el testigo de la emisora libre del barrio, Radio Fortaleza (aunque con otras directrices). Nosotros habíamos
presentado un proyecto para un programa de música, nos habían escogido, tendríamos una hora a la semana por la ganga de cien duritos al mes por cabeza.
Cuando tuvimos que bautizarnos propuse, de entre decenas de nombres, el de
“Buitre No Come Alpiste”, magnético refrán de Monfragüe que apuntaba a boli Roberto en cada cara interior de sus maquetas. A Eric no le gustó, negativo en principio, como siempre. Dijo que para qué coño usar una frase que ya estaba escrita. Al Turrones si le moló, o tal vez le dio igual, pero de hecho la frase tenía fuerza y quería decir algo. El Capi y el Spingar no opinaban, y yo, para decantar la balanza hacia mi elección, sentencié con un “además, ¿vosotros creéis que el esparramao este va a llegar a alguna parte?”



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